BLANCA
NAVIDAD
Al
principio todo iba normal, si por normal se entiende que un Ser fabuloso,
de rizos rubios hasta la espalda y alas de pluma de oca, como las
que a veces se escapan por las costuras de los edredones, bajase hasta
casa de la María y, allí, en el porche de columnas románicas
(esto si que era extraño: columnas románicas en Nazaret)
le anunciase la buena nueva. Pero, en efecto, todo iba exactamente
de esta manera: el Ser fabuloso, de rizos rubios hasta la espalda
y alas de pluma de oca, con los ojos almendrados, entre el azul, el
verde y el rosa, y de una belleza, más que inenarrable, asexuada,
bajó hasta casa de la María (una casa humilde pero limpia
y bien llevada, y con tiestos de geranios a lo largo del porche de
columnas, románicas tal como he dicho) para anunciarle la buena
nueva: que era llena de gracia y que era bendecida entre todas las
mujeres. María se quedó boquiabierta. El arcángel,
viendo la turbación de la mujer, entendió que el aparato
escénico había sido realmente impresionante; a lo mejor
se les había ido un poco la mano. Para tranquilizarla le dijo
que no debía tener miedo, que solo había venido a anunciarle
que tendría un hijo que llamaría Jesús. La mujer,
claro, aceptó la noticia gratamente y el arcángel desapareció
instantáneamente, con la misma desenvoltura con que había
aparecido. Unas cuantas horas más tarde, cuando su marido,
José, volvió del taller, era carpintero, María
le explicó que había pasado. José se quedó
de piedra. Y le dio la noticia, que también entra dentro de
la normalidad más absoluta, de la disposición del emperador
Augusto, que ordenaba que todos los súbditos del Imperio Romano
se empadronasen, cada uno en el pueblo o ciudad de donde fuese originaria
la familia. Por eso, José y María cogieron el burro
y se marcharon a Belén. María iba encima del burro,
sentada de lado, rollo Vespa, y José a pie, como el burro,
estirando las riendas. En cambio, como con las columnas románicas,
tampoco era nada normal aquello de la nieve. Cuando llegaron a Belén,
vieron que todo el pueblo estaba nevado, hasta el horizonte, encima
del cual campaba un cielo negro y con estrellas de cinco y seis puntas,
inmóviles y como recortadas. En Palestina la nieve era un fenómeno
meteorológico prácticamente ignorado. Generaciones y
generaciones de ciudadanos nacían y morían sin haberla
conocido; y sin que esto les preocupara una mierda. Y si habían
oído hablar era debido a lo que contaban algunos viajeros de
países lejanos, que hablaban incluso de montañas donde
la nieve era perpetua. Los nativos los escuchaban maravillados, pero,
así que los viajeros acababan la explicación, volvían
a la faena sin que la nieve les quitase ni una hora de sueño.
En cambio, ahora estaba todo nevado: las montañas, las calles,
las terrazas de las casas, la parada de la castañera
Era
nieve en polvo, tan en polvo que parecía harina.
A causa de la afluencia de gente para empadronarse, no encontraron
ninguna habitación libre en todo Belén. Los habitantes
no eran muy hospitalarios; ni la imagen de la mujer embarazada no
los conmovía. Por eso se vieron forzados a instalarse en un
establo abandonado. Limpiaron un rincón, al lado de un buey
adormilado y del burro que llevaban. Y fue allí que, el 25
de diciembre, María dio a luz. Era un niño precioso,
sano y llorón. José lo cogió en brazos para limpiarlo.
Pero María reclamó nuevamente la atención. Estaba
naciendo un segundo niño.
Eran dos niños preciosos, sanos y cada uno con un halo tipo
holograma sobre la cabeza. Después de alimentarlos y colocarles
los pañales (suerte que María había previsto
recambios) los pusieron a dormir sobre un montón de paja, uno
al lado del otro. Movían las manos. El buey y el burro contemplaban
la escena de reojo.
- ¿Estás segura que te dijo un niño? ¿Quieres
decir que no te dijo dos y no te fijaste?
José no entendía que había pasado. Que fuesen
dos trastocaba todos los planes. Hasta en una cosa tan poco importante
como era el nombre. El arcángel había dicho que se tenía
que llamar Jesús. Era un nombre que no les desagradaba; tampoco
les entusiasmaba, todo hay que decirlo. En aquella época, los
nombres predominantes eran Sandra, Vanessa, Kevin, Jonathan o incluso
Sue Ellen, unos nombres que a ellos les parecían frívolos
y pretenciosos. José y María habían pensado otros
nombres, incluso habían hecho una lista de los que preferían:
David, Samuel, Alejandro, Abel, Moisés, Ivan
De todos,
el que más les gustaba era Alejandro. Era un nombre sonoro
y vibrante. Si el arcángel no les hubiera dicho que le tenían
que llamar Jesús, le habrían puesto Alejandro, sin ninguna
duda. Pero, en fin, como que no se podía llamar Alejandro,
a María el nombre de Jesús ya le parecía bien.
En algún momento, José había propuesto que se
llamara como él: José. Muchos amigos suyos ponían
su nombre a los primogénitos. ¿Por qué no él?
María no había ni querido oír hablar de un posible
cambio.
- El arcángel dijo que se llamaría Jesús y se
llamará Jesús.
No hablaron más del tema. Se llamaría Jesús;
estaba decidido. Pero ahora que se encontraban con dos niños,
el doble del que se esperaban. ¿Qué nombre les pondrían?
Después de darle muchas vueltas encontraron la solución.
Uno se llamaría Jesús María y el otro Jesús
José. Así respetaban la orden de llamarlo Jesús
y de pasada satisfacían el deseo de José: al menos uno
de los dos se llamaba como él, aunque fuera de segundo nombre.
Esto solo era el principio de las duplicaciones. Desde aquel momento,
cavilaba José, todo sería doble. Las cunas, los vestidos,
los chupetes, el consumo de pañales. Un ruido de cascos lo
sacó de la cavilación. Eran camellos que cruzaban, por
un puente de madera débil, las aguas del río, que parecían
inmóviles y como de papel de plata. Cuando llegaron al establo,
los tres reyes de Oriente se quedaron pasmados. Era la misma sorpresa
que María y José habían visto en las caras de
los pastores que habían venido a adorar al niño y, en
lugar de uno, habían encontrado dos. Uno de los pastores, que
había traído un cochecillo Jané monoplaza de
regalo, corrió raudo a cambiarlo por un modelo doble. Melchor,
Gaspart y Baltasar (Iba saltar y se cayó - Festival del Humor),
hombres acostumbrados a mil batallas, y diestros en tomar decisiones,
reaccionaron de manera rápida y, sin que ni María ni
José se dieran cuenta, haciendo como si buscasen los regalos,
dividieron en dos partes más o menos iguales el oro, el incienso
y la mirra (que vete tu a saber que coño es).
¿Los dos eran hijos de Dios? ¿O solo lo era uno? La
pregunta no tenía respuesta clara, porqué, teniendo
en cuenta que, cuando los lavaba en la bañera, uno de ellos
(Jesús María) caminaba por encima del agua, dejando
patidifusos no solo a su hermano, sino también a los padres,
era el otro (Jesús José) quien, cuando se habían
acabado los petitsuis, los multiplicaba sin problemas. Esta dualidad,
calculaba Alejandro mientras colocaba el "caganer" al lado
del cura con paraguas, se mantendría al largo de los años,
hasta el final de sus vidas. Alejandro volvió a alinear las
dos cunas, volvió a contemplar el pesebre y, tomando carrerilla,
corrió a llamar a su padre, prestigioso miembro del Opus Dei,
para que fuese a verlo. Confiaba que lo felicitaría por su
ingenio: en lugar de tirar la figurita del niño Jesús
del antiguo pesebre (una de las pocas que no estaba rota), la había
añadido a las nuevas, las que habían comprado el día
antes en el mercado de Santa Lucía. Pero no sabía que,
aquella noche, su ingenio le costaría ir a dormir castigado
sin cenar.
JORDI
GARROTADA SMITH
DE ARTISTAS MALDITOS Y MALDITOS ANTI-ARTISTAS...
Si
algún día me diese a mi por ir de artista y pregonar
la capacidad de mi arte para cambiar el mundo, seguramente tendría
mucho que perder al ser sometido a un examen con lupa. Probablemente,
lo peor vendría cuando aquellos que van y quieren ir de auténticos
me sometieran a un profundo análisis en busca de algún
trauma, alguna epopeya, alguna movida chunga en mi existir diario
que justificara mi probable capacidad creadora. Desde ese punto de
vista tengo todas las de perder, porque seguramente la única
tragedia que ha habido en mi vida es haber sido virgen hasta demasiado
tarde, causa esta de mi actual -relativa- incapacidad cara al trato
con mis semejantes, en especial las mujeres (aunque con mi madre -mujer
de nacimiento- me lleve muy bien, ¡y no soy gay!) y, por tanto,
la escasez de amor y, sobre todo, SEXO en mi vida privada, elemento
este que, aunque pueda convertirnos en entes vulgares afines a la
masa, es lo que, en esencia, provoca el 99,9% de los "torturismos",
las depresiones y las angustias varias (que si, que Beethoven, Van
Gogh y Kafka follaban poco... ¡o nada!).
Y es que, señores y señora (la que lea esto), el llamado
MALDITISMO -en esencia el gen de este artículo, a pesar de
la barrila anterior- es algo muy malo, muy mal entendido y que a la
larga hace más mal que bien al artista que se elija como modelo.
Porque, vamos a ver, ¿por qué Edgar Allan Poe es famoso?,
¿por qué se le considera el number one de la literatura
de terror, porque era la repanocha escribiendo o porque... era un
jodido borrachuzo del copón?. También Stephen King fue
un borracho de la hostia, pero no por ello se le tiene en tan buena
consideración (claro quue, esperad a ver que pasa 20 años
después de su fenecimiento). Otro que tal baila es H.P.Lovecraft.
A este menda hasta yo me lo leí porque decían que sus
novelas daban mogollón de miedo, y recuerdo haber leído
"La habitación cerrada" a cal y canto en mi dormitorio
con la única compañía de una lámpara enfocando
el librico. ¿Que conseguí a cambio?: Puro aburrimiento.
Y es que, si Poe era un borracho, Lovecraft era aún más
rarito. Un tipo sin demasiada facilidad para comunicarse con el resto
de los mortales, que abominaba del pescado y no soportaba el tacto
con otros seres humanos (de hecho, se dice que hizo el amor con su
única pareja vestido y con guantes). Todo eso es muy chulo
y mola que existan tipos tan extraños y diferentes con los
que poder
identificarnos cuando tenemos un gatillazo o lloramos en la soledad
de nuestro hogar porque ese día nos ha dado en pensar que "nadie
me quiere", pero seamos francos, ¿es eso lo que importa
o es su obra?, ¿no se supone que Poe o Lovecraft eran escritores?...
ok, ¿entonces que cojones me importa con quién follaban
o dejaban de follar, qué se metían para inspirarse y
de qué filias o fobias hacían gala?, lo que me ha de
importar es su legado literario, e independientemente de los datos
antes expuestos, si este me gusta o no.
Lo triste del caso es cuando se da la vuelta a la tortilla y un artista
es
"demasiado normal" para considerarle un astro en su especialidad
a pesar de que su obra sea buena o incluso mejor que la de un artista
reconocidamente maldito. ¿Por que un subnormal que va de artista
hace una peli filmada con el puto culo y se le aplaude -como al gilipuertas
que hizo "Gummo"-, mientras que a un Spielberg, que técnicamente
es la polla, se le tiran piedras?, ¿porque el subnormal presume
de serlo y Spielberg solo es un padre de familia forrado de millones
gracias a un talento y una capacidad difícilmente imitables?.
¿Es mejor cineasta Abel Ferrara por ir de borracho auto-destructivo
que Chris Cholumbus que hizo la única peli buena de "Harry
Potter", la primera?. ¿Por qué Klaus Kinski era
un genio cuando sobreactúa más que Jack Nicholson en
"El Resplandor", solo porque estaba como una puta chota?.
¿Tiene sentido que la prensa contra-cultural demuestre interés
en Kenneth Anger por meterse droga en el cuerpo y pollas por el culo
en lugar de hacerlo por sus cortometrajes (que son un PEÑAZO)?...
No nos dejemos engañar, amigos, el malditismo muchas veces
nos nubla la vista y no nos permite ver el bosque oculto tras los
árboles. Personalmente pienso que un artista que necesita doparse
para crear es un ser patético y me está mintiendo (aunque
dé la vara con la importancia de la honestidad y la comunicación),
sin embargo, uno de los pocos pintores que me parecen interesantes
(aunque más por su faceta musical que por lo demás)
es Billy Childish, tiparraco que desde que dejó de ser alcohólico
y comenzó a hacer yoga está perdiendo todo el sentido
del humor y la provocación gamberra que le hicieron uno de
los creadores más fascinantes en su momento. Hoy día
el viejo Billy se toma demasiado en serio todas las patochadas que
se han escrito sobre él, y se está convirtiendo en aquello
que suele criticar: una parodia de si mismo. Y, precisamente, justo
cuando ha comenzado a perder el norte y se esfuerza en ser Van Gogh,
Billy es objeto de admiración y estudio por parte del mass
media (incluso le llamaron para salir en el Gran Hermano de la tele
inglesa) y de un extenso reportaje en las zafias páginas del
ex-fanzine más aberrante de este país, "Mondo Brutto"
que, como es de ley viniendo de su actitud modernica, desinformada
y caprichosilla, basan todo el artículo en el "lado maldito"
de la bio del artista, olvidando casi por completo comentar su extensa
obra que, a fin de cuentas, es lo que importa. Malditismo este que
el propio Childish enfatiza de forma exagerada, convirtiendo los hechos
"dramáticos" de su vida, comunes a tantas otras personas,
en la motivación de su arte... como si fuera el único
ser viviente que las ha soportado. En este caso la culpa no solo es
del patético informador ("Mondo Putto") sino también
del creador, que aunque vaya predicando la condición de lo
auténtico, ha caído en la trampa más fácil
del artista moderno: Hacernos ver a todos lo mucho que ha sufrido
a lo largo de su perra vida para así demostrar que su condición
es genuina. Sin embargo, hay casos mucho más tristes que el
de la mayoría de artistas... y son aquellos que osan auto-denominarse
antii-artistas y encima se quedan tan anchos. Porque, vamos a ver,
que un tipo que va de serio y respetable me pinte tres rayotes rojos
en un lienzo y diga que eso es poesía o que significa "yoquesequé",
pues vale, es patético y ridículo, pero a mi humilde
parecer es aún más ridículo aquel que se caga
en un plato de porcelana porque no quiere ser "como los artistas
respetados" (aunque le encantaría tener su reconocimiento,
su respeto, su fama y, seguramente, su dinero) y dice que eso es poesía
o significa "yoquesequé". Es un caso tristemente
aplicable a, por ejemplo, el cine underground de los ochenta, lleno
de señores y señoras que filmaban en Super 8 toda suerte
de perversiones, escatología y actos de violencia burra para
luego dotarlos de "mensajes y reflexiones" sociales, mientras
los que, en la misma década, grababan con la cámara
de su padre a un tío enmascarado abriendo en canal a una zorra,
eran unos tipos enfermos y peligrosos. Que estupidez. El que va de
anti-artista es peor que el que va de artista, porque el fin es el
mismo, llamar la atención y salir en los medios, aunque la
estratagema del llamado anti-artista sea aún más penosa
al utilizar una enorme mentira y contradicción como débil
reclamo (dato este inseparable del que usa la "pornografía
artística" para hacerse notar cuando, en esencia, no deja
de ser eso, pornografía, y todos lo consumimos con la erección
bien patente
apuntando a Ceuta... aunque los más miserables digan que no,
que a ellos eso no les pone porque es... ¡ARTE!). Por suerte,
y ya que hablábamos del cine underground de los 80, muchos
de esos tipos con los años han terminado mostrando su incapacidad
al quedarse sin Super 8 y tener que pasar al video, que ha desnudado
a su basura del grano y el "look" que disimulaba su funesta
escasez de calidad. Y es que ahí entramos en otro debate que
me irrita. ¿Cómo los hay que pueden hablar del anti-elitismo
del arte y luego criticar el video en pos del Super 8 cuando este
segundo es mil veces más caro y difícil de manejar?,
el Super 8 es ULTRA-ELITISTA, y si lo que quieres es defender un formato
asequible a las personas humildes alejadas de museos y private partys,
no rajes del video
pues ESE es el invento ideal para que todo aquel, por paleto que sea,
pueda hacer su película o su, si me lo permiten, obra de arte.
Y es que está muy de moda entre artistas, o anti-artistas,
mostrarse contrario a las nuevas tecnologías... sin apreciar
que lo que ellos utilizan fue, en su momento, una nueva tecnología
(por lo que, por regla de tres, si defienden la "autenticidad"
del arte libre de tecnicismos fríos y deshumanizados, que se
vayan a una cueva a pintar búfalos con un palito huntado en
su caquita). Es una manía extendida desde hace lustros, pero
un tipo creativo, un artista, lo es ya sea con un palillo y tinta
china como con un ordenador de máxima potencia. El "formato",
el medio, la máquina, no debería ser LA RAZÓN
por la que nuestro "arte" fuese mejor o peor, eso debería
ser secundario, porque el creador trabaja con las herramientas que
tiene a mano, que un día pueden ser unas y al siguiente ser
otras. En el momento en que justificamos la calidad de nuestra obra
utilizando el formato en el que se ha producido como reclamo o explicación,
la estamos cagando y, al mismo tiempo, estamos demostrando que, o
tememos a que se nos vea el plumero, o sencillamente no tenemos ni
puta idea de nada y nos ocultamos tras un "maquillaje" que,
más pronto o más tarde, terminará desapareciendo
dejando ver nuestra verdadera y triste faz. Allá ellos.
NAXO
FIOL
Extraído del fanzine Suburbio