Gore Verbinski debutó con Un ratoncito duro de roer -Un ratoncente cabroncete, para los amigos-, simpatiquísima película cuyos personajes parecían propios de tebeo. Le siguió The Mexican -mejor sinopsis que filme- y después Los piratas del Caribe y similares en los que el que fuera un actor, Johnny Depp, encontraba su tal para cual.
Me había olvidado de Verbinski hasta que en 2011 se pasó a la animación (y se llevó con él a Johnny Depp) con Rango, su mejor película hasta la fecha. Western alucinado donde un bicho se hace pasar, o lo confunden, o un poco de ambas, por un pistolero (a la manera de Tres amigos de Landis) contratado para salvar un poblado. En la banda sonora el prolífico Hans Zimmer (Oscar por el Rey León) y canciones de Los Lobos (trompeta Arturo Sandoval) y Rick García. Los Lobos, unos habituales en las bandas sonoras de Disney, se marcan temas como Walk don’t Rango y Range Theme Song, y Rick García (Welcome Amigo, La muerte ha llegado) otros cortitos que sirven de humorística explicación-introducción al personaje de Rango.
Gore Verbinski continúa su (comercialmente) exitoso matrimonio con Depp: la próxima, El llanero solitario. Y, aunque se planteó engañar a Hans Zimmer con el mismísimo Jack White, finalmente ha descartado su banda sonora (al igual que le ocurrió a Chromatics con Drive o a Geoff Barrow con Dredd) pero sí mantendrá algunas canciones, y ha vuelto a recurrir al compositor de Rango y Origen. Todo queda en familia, aunque la de Hans Zimmer sea numerosa: un importante grupo de compositores actuales se reconocen como sus discípulos: Lorne Balfe, Harry Gregson Williams, Steve Jablonsky, etcétera, etcétera, etcétera. Y además, en películas como en El Caballero Oscuro, colaboran con él. «¿Artesanía o industria?» se preguntaban en la revista Variety.