Antes de conocer la palabra espoiler ya sabía que no existía en el mundo espoiler mayor que la respuesta a «¿Quién mató a Laura Palmer?» (ni quién asesinó a JFK o quién le pegó a Pedro Alberto Cruz o Hermann Tertsch o el final de la cuarta temporada de Dexter). Antes de la televisión por cable, David Lynch parió para ABC Twin Peaks: un cuento retorcidísimo desde sus mismos títulos de crédito con la banda sonora de Angelo Badalamenti (habitual del cineasta: Terciopelo Azul, Carretera perdida, Mullholland Drive…) y el dream pop de la musa de David Lynch Julee Cruise en tres temas: Into the night, Nightingale y Falling, el tema más reconocible de la serie y que apareció en el álbum de la cantante Floating into the night (con letras de Lynch y música de Badalamenti).
David Lynch y las musas. Tan pronto se aburrió de Julee Cruise, o ella de él, encontró a Chrysta Bell, que cerraba Inland Empire con Polish Poem, tema rescatado en su disco de 2012 This Train. Un disco escrito y producido entero por Lynch (David tatuado en el rostro de ella, la portada del disco), quien aún ha tenido tiempo para otro proyecto musical aún más rarito: Crazy Clown Time, con Karen O en una de sus canciones. ¿Próxima musa para un director que, documental de Duran Duran aparte, lleva sin hacer un largo desde el 2006?
Twin Peaks, para ser sinceros, me parece un borrador para esa obra maestra llamada Veronica Mars, un cruce entre la serie de David Lynch y 90210 Sensación de Vivir (o Dawson Crece). Y con temas de Hot Chip, Mark Lanegan, Chicks on Speed, M. Ward, Elvis Costello… se me hace la boca agua. Creo que voy a cambiar la revisión de Twin Peaks por el Neptune de Veronica Mars. A fin de cuentas, una vez se revela el whodunit de Laura Palmer sólo nos quedan los dónuts del agente Cooper.